Ni quejas, ni reproches, ni nada de nada, creo. Creo que ahora mismo no puedo pedir más, tengo a mi lado todo cuánto necesito.
-¿Eres feliz?-
Cómo decía Step, la pregunta más difícil; y lo decía justificándose con "Para ser feliz, hace falta coraje", según Karen Blixen... Nunca me había sentido así, es lo máximo que puedo contestar, y añadir que las cosas no es que me vayan mal, pero prefiero dejar esa pregunta en el aire, porque ni siquiera sé cómo ni dónde estaré mañana. No sé medir la felicidad. La felicidad, no se puede medir.
...al Sol, a la Luna, o a dónde quiera el viento, que yo, ¡me dejo llevar por el momento !
"Amor. La palabra de San Valentín. La palabra de este día que acaba de empezar. Amor. Tu segundo nombre. Estoy sentado a la mesa de la cocina. A buen seguro, tú estarás durmiendo. Es de noche. Mañana te dejaré esta carta bajo la puerta. Te imagino mientras sales de casa todavía medio dormida y la ves. Tus preciosos ojos se iluminan. Te agachas, la coges y la abres. Y empiezas a leerla. Y, espero, a sonreír. Una carta, una pequeña carta que trata de contener una gran historia, la nuestra. Mi agradecimiento por el modo en que haces que me sienta. No creo que dos folios sean suficientes, pero aun así lo intentaré. Porque no puedo evitarlo.
Dicen que no se puede hablar de amor, sino sólo vivirlo. Es cierto. Yo también lo creo así. Si conozco el amor es únicamente porque tú me lo has hecho vivir y respirar. Lo he aprendido contigo. Aunque después he entendido que, en realidad, no se aprende nada.
Se vive y basta, juntos, cercanos y cómplices. El amor eres tú. El amor soy yo cuando estoy contigo. Feliz. Sereno. Mejor. Todavía recuerdo la primera vez que te vi. Guapísima. En medio de la pista de esa pequeña discoteca del Trastevere. Bailabas, te movías suavemente junto a tu amiga. Llevabas un vestidito azul claro con unas hombreras finas que se balanceaban contigo. El pelo oscuro, rizado y sobre los hombros. Seguías el ritmo con los ojos cerrados. Te vi y de golpe no pude dejar de mirarte. Mis amigos querían cambiar de local, pero yo quise quedarme. Me precipité a la barra del bar, pedí dos bebidas, me deslicé entre la gente con los vasos en alto para que nadie pudiese darles un golpe, y me acerqué a ti de espaldas mientras bailabas. Tu amiga se dio cuenta, te hizo un gesto con la barbilla y tú te volviste. De cerca eras aún más guapa. Te sonreí y te ofrecí uno de los vasos. Al principio pusiste cara seria, hiciste una especie de mueca, pero luego me sonreíste. Aceptaste el vaso y brindamos, dos desconocidos en medio de una pista de baile. Después hablamos. No sólo eras guapa, también simpática. A medida que te he ido conociendo he ido descubriendo tus mil cualidades. Soy un hombre afortunado. Mucho. Y cuando pienso en todo lo que hemos hecho juntos sonrío de felicidad. Nuestras minivacaciones en Londres, cuando cogimos el avión el viernes y regresamos el domingo. Los locos paseos por el Soho, la cena, hacer el amor en ese parque a riesgo de ser descubiertos. Y reír. E intentar hablar bien el inglés. Y meter la pata. Y luego, la vez que fuimos a Stromboli, en que caminamos cogidos de la mano por esos callejones estrechos y flanqueados por unas casas blancas y bajas, preciosas, llenas de plantas y de flores. Y la subida de un volcán. Y las cenas de pescado en las terrazas de los pequeños restaurantes. Y la risa que me entró cuando te subiste a ese burro que se hacía el sueco cada vez que querías a la izquierda, y tú con esa cara tan cómica, un poco desesperada, propia del que se rinde. Y de nuevo nuestras veladas romanas, nuestros paseos hasta altas horas de la noche en los que jamás nos aburríamos, siempre teníamos mil cosas que decirnos y que contarnos. Después nos besábamos de repente y sentía la suavidad de tus labios apenas cubiertos de ese brillo con sabor a fruta que tanto te gusta. Cualquier noche, incluso la más sencilla, resulta especial contigo. No hace falta nada. Poco importa dónde estemos, a mí me parece siempre una fiesta. E incluso cuando reñimos, en contadas ocasiones, a decir verdad, en el fondo me diviertes. Porque dura poco y después hacemos siempre las paces.
Tengo mil recuerdos espléndidos de ti. A medida que pasa el tiempo me enamoro más y más de ti. Más de lo que creía posible. Te quiero cuando sonríes. Te quiero cuando te conmueves. Te quiero mientras comes. Te quiero el sábado por la noche cuando vamos al pub. Te quiero el lunes por la mañana, mientras sigues somnolienta. Te quiero cuando cantas a voz en grito en los conciertos. Te quiero cuando nos despertamos juntos por la mañana y no encuentras las zapatillas para ir al baño. Te quiero bajo la ducha. Te quiero en la playa. Te quiero por la noche. Te quiero al atardecer. Te quiero al mediodía. Te quiero ahora mientras lees mi carta. Mi felicitación de San Valentín, y quizá te preguntas si no estaré un poco loco. Y no te equivocas. Y ahora, arréglate. Sal. Vive tu día. Disfruta de mi pensamiento que trata de arrancarte una nueva sonrisa para verte resplandecer con toda tu belleza. Felicidades, amor mío... Pasaré a recogerte dentro de una hora. ¡Las sorpresas no se acaban aquí! "
Porque, seamos sinceros, ¿qué chico es capaz de estar a tu lado a pesar de estar loca? ¿Cuál se entierra bajo el lodo para que vuestrarelación sea eterna? ¿Desde cuándo el chico malo se convierte en bueno sólo con mirarte? ¿Cuál escribe 'a tres metros sobre el cielo' en un puente cuando vuestra relación se tambalea? ¿Cuál se inventa un juego con una caja con forma de tiovivo en el que tienes que pasar pruebas solo para hacerte sonreír?
Porque puede ser, que cada 14 de febrero al levantarte tengas la esperanza de encontrarte una carta debajo del felpudo de tu casa...puede ser que tengas la esperanza de que cuando discuteis y esteis enfadados, bajes a la calle y te lo encuentres en la puerta de tu portal, bajo una tormenta, con un ramo de rosas solo para pedirte perdón...puede ser que pienses que es probable, que alguien, algún día, pare un autobús solo para decirte que te necesita más que a nada.
Y, también puede ser, que veas demasiadas películas si tienes la esperanza de que pase todo eso algún día.
cuando cada momento es bueno y el siguiente aún mejor, cuando pase lo que pase siempre se está ahí, cuando los silencios no son incómodos, cuando hay noches en las que lo único que te apetece es no dormir,es reírte de la gente, pero de ti el primero, criticar cada foto que ves, que para eso está el Tuenti, y comer frutos secos a las cuatro de la mañana...cuando no hace falta decir y recordar cada día que te has convertido en una de mis mejores..qué coño! que eres como mi hermana,y no, no hace falta recordarlo porque ya se da por hecho, igual que no hace falta decirte lo mucho que te quiero,el cariño que te tengo, y que me muero si no estás,y no,no hace falta decírtelo porque ya lo sabes de sobra, pero nunca viene mal recordarlo y nunca es mal recibido el escuchar o leer un 'te quiero', un te quiero de verdad, un te quiero de amiga, de hermana, llámalo como quieras, pero es eso, que hoy me he levantado con ganas de decírtelo, de recordártelo, y doy gracias por tenerte a mi lado siempre que te necesito.
Mi melli. Mi almendrita pocholeta.
Mi P, para unos una simple letra...para mí, lo es todo.
Y tampoco hace falta que te diga que...eres más bonita que ninguna, que no me sonrojo si te digo que te quiero, que eres sin dudarlo la más bella de entre todas las estrellas que yo vi en el firmamento, que si tú dices venga...yo digo vale,que sin ti no soy nada, y que yo te quiero,yo te adoro,yo te amo.